Ante los tiempos de incertidumbre ¿Qué me enseñaron las artes expresivas ?
Estamos viviendo tiempos de incertidumbre, confusión y miedo como seres humanos. Nadie escapa a la sensación de “no saber” de ” no tener certezas” y sentir que uno vive en momentos de cambio sin tener respuestas de cómo será este nuevo escenario. Es cierto que la vida es incierta y el movimiento constante es parte de ella, sin embargo pareciera que ahora nos toca a todos como colectivo humano esa sensación de estar transitando hacia algún otro lugar. Surgen en este terreno desconocido múltiples opiniones , algunas científicas tratando de explicar el virus y su posible desarrollo y cura, opiniones políticas y económicas tratando de avizorar el panorama mundial post pandemia e incluso opioniones conspirativas alertándonos de posibles intereses a nivel mundial. No pretendo justificar o desacreditar estas opiniones, sin embargo tengo la sensación que los comunes mortales vamos nadando en este mar incierto donde nos preguntamos una serie de cosas sin necesariamente tener respuestas certeras. Ante este panorama regreso a mi quehacer como Terapeuta de Artes Expresivas y es desde allí que encuentro un lugar al que puedo regresar y mirar los recursos que he encontrado en este campo y que me han sostenido en tiempos inciertos.
Cuando uno trabaja desde las artes expresivas y coloca a las artes y la imaginación al centro de la experiencia sabe el enorme potencial que tienen las artes para crear nuevos y saludables escenarios. Creemos que todos somos capaces de imaginar y responder creativamente a nuestro mundo. Sabemos que es necesario entrar en dialogo con esa imaginación y es de esa forma que podremos acercarnos a la transformación constante de lo que nos rodea. Sin embargo aquí viene la paradoja. Los que trabajamos desde las artes y la imaginación sabemos que para poder llegar a una realidad donde la imaginación emerja y aparezcan imágenes que nos toquen y vulneren como seres humanos, es necesario atravesar por el vacío, el caos , lo que aún no tiene forma, lo que por momentos necesita ser mas bien deformado para encontrar nuevas posibles maneras de ser y estar en el mundo. Hablamos de poder descentrarnos de nuestra realidad literal, del día a día, atrevernos a saltar a un terreno de juego donde abandonamos por un momento lo que ya conocemos, experimentamos, pensamos y sentimos.
Cuando entramos al terreno imaginativo usando las artes y la imaginación nos ubicamos no solo como terapeutas sino como artistas capaces de tolerar los momentos inciertos, el lienzo en blanco, el escenario aún vacío, la creación que no llega a su final. Sabemos que tolerar esos momentos son vitales para que las sorpresas surjan trayendo lo nuevo. No puede surgir nada nuevo sino nos hemos enfrentado primero al caos, al vacío y a la deformación. No es fácil de sostener los momentos de incertidumbre en la creación pero pueden llegar a ser placenteros y permitirnos enfocarnos en el proceso de construcción jugando con las diversas posibilidades. El encuentro con la multiplicidad de imágenes, opciones , sensaciones , pensamientos son todas válidas y las sorpresas van llegando en el camino. Debemos de estar completamente presentes sin tratar de anticipar la llegada del ” tercero” sin tratar de poner palabras apresuradas a lo que estamos viviendo en el proceso creativo. Estar presentes significa estar con todo nuestro cuerpo y sentidos, inmersos completamente en la experiencia, honrar lo que vaya pasando con una mirada desprejuiciada . Qué difícil se hace sostener este momento, pero si logramos ingresar completamente como buenos artistas llegaremos a sorprendentes imágenes que luego llegaran profundamente a nuestras almas para contarnos nuevas y poderosas historias. Estas nuevas narrativas llegan porque hubo un proceso creativo que lo sostuvo. Cuando esto se hace presente es que hablamos de transformación individual y colectiva.
si hablamos de posibilidad de juego, creación e imaginación sabemos que tenemos que estar en una zona intermedia de creación. Para que la obra de arte emerja con toda su fuerza es importante atravesar por un proceso incierto de creación donde vamos dando forma a eso que aún no ha llegado pero que está por llegar. Sostener la sensación de que algo está por llegar pero aún no ha llegado es parte de nuestro trabajo como terapeutas o facilitadores. Si saltamos rápidamente al producto probablemente se pierdan muchas posibilidades que hubieran sido posibles en el terreno liminal de experiencia. Recuerdo cuando fui alumna de Paolo knill que siempre hablaba de pruebas y hacía varias para ir acercándose a un producto que tenga sentido y traiga belleza para el otro o la comunidad. Era maravilloso ver cómo en cada “prueba” esa creación que al inicio era incipiente iba cobrando mayor vida , iba tomando mayor forma. Era necesario no apurarse, vivir el proceso de creación con disfrute y presencia. Cuánto se perdería si aceleraríamos los procesos creativos y le quisiéramos dar una forma final antes de su verdadera evolución. Cuánto se perdería si antes de que emerja la imágen final pondríamos palabras que traten de dar cuenta de lo que se está creando. Sin duda esa imagen perdería su fuerza porque aún no habría nacido todavía.
Hoy siento que puede haber una tendencia a generar respuestas apresuradas al momento que estamos viviendo. Si bien hay que responder como colectivo humano, no dejaría de atender la importancia de ubicarnos en tiempos de transición en una zona capaz de darle la bienvenida al caos y la deformación, un vacío que irá tomando forma y nos permitirá responder creativamente a nuevos paradigmas.
Una de las frases que más valoro en el campo de la Terapia de artes expresivas es que poiesis es siempre posible de Stephen K Levine. Esto quiere decir que el ser humano es capaz de transforma su vida incluso en situaciones traumáticas. El arte siempre ha significado una manera de responder a nuestras vivencias como seres humanos a lo largo de la historia. En estos días del confinamiento he seguido atendiendo en mi práctica privada y he podido presenciar una vez más que poiesis es siempre posible. Nuestra respiración sigue presente, nuestro cuerpo y sus deseos de moverse, nuestro propio movimiento interno llevado a múltiples imágenes y posibilidades incluso en pantallas de computadoras frías que terminan convirtiéndose en encuentros muy humanos. La imaginación es inherente al ser humano, somos capaces de recrear nuestro mundo, incluso desde la limitación , desde el caos y la incertidumbre. Esa posibilidad de seguir creando vida nos pertenece, nos da sentido a seguir existiendo , a ser seres capaces de responder y no quedarnos en la anestesia o en la sensación de ser solo testigos impotentes de lo que pasa en nuestro mundo . Esos pequeños actos creativos tanto en nosotros mismos como en relación a los otros con los que compartimos este mundo nos dan una razón de ser. Esa creación por mínima que sea, si parte de la honestidad y de nuestra propia vulnerabilidad es un aporte al mundo en que vivimos. Compartir nuestros actos poéticos con los otros y con el mundo nos hacen ser “humanos” , nos hacen sentir que somos capaces de moldear nuestra experiencia de múltiples maneras. Esos actos se convierten en bellos, por su propia esencia generosa, por querer trascender nuestros propios limites y llegar al otro para que éste también responda a su manera. Un colectivo que siente, que crea posibilidades y que conecta con su comunidad generan belleza y nos devuelven vitalidad y sentido de ser en este mundo.
¿ Qué me enseñaron las Artes Expresivas en momentos de incertidumbre ?
Confiar en el caos y sus procesos de deformación, atreverme a nadar en mares inciertos, en el terreno liminal de experiencia sin apresurar la llegada de la certeza, del producto, del resultado. Disfrutar del proceso. Saberme un ser capaz de responder incluso en momentos de dolor, confusión y miedo. Crear puentes con el otro a través de estos actos creativos y generosos sabiendo que lo más probable es que llegue poiesis con toda su vitalidad trayendo nuevas y poderosas imágenes que enriquezcan y nutran nuestro mundo.